El PSOE critica la decisión de Teresa Ribera de rechazar un cargo europeo por motivos personales.

En La Moncloa dan por seguro que Teresa Ribera será parte de la nueva Comisión Europea, cuando empiecen las negociaciones de los Estados miembros para conformar el principal órgano ejecutivo de la UE, dejando el Ministerio de Transición Ecológica, desde donde ha logrado aprobar medidas importantes y pisar algunos callos.

Pedro Sánchez defenderá su candidatura argumentando que la vicepresidenta tercera forma parte de uno de los pocos gobiernos socialistas que resisten en Europa.

Ribera ha ganado cierto prestigio fuera de España. La llamada “excepción ibérica” (el mecanismo que limita los precios del gas para generar electricidad en España y Portugal) y las negociaciones en las sucesivas cumbres del clima, como la última, que resultó en un histórico acuerdo sobre los límites a los combustibles fósiles, la han convertido en una de las principales referencias en su campo.

Sin embargo, El Chivato ha escuchado a varios dirigentes del PSOE, algunos cercanos al presidente del Gobierno, que no comprenden que Ribera rechace un puesto europeo, con el único argumento de que “no le gusta”. “No se le puede hacer ese desplante a Europa”, critican en privado.

Algunos de estos dirigentes se han sorprendido al escuchar, en el entorno de la ministra de Transición Ecológica, que “si el puesto logrado no es de primer nivel, ella prefiere quedarse en el Gobierno y que Moncloa explore otras opciones”.

De hecho, si el cargo comunitario es “más pequeño” de lo esperado para Ribera, se considera la opción de colocar a Luis Planas en la comisaría de Medio Ambiente.

En el PSOE no gustó que la candidata al Parlamento Europeo decidiera no recoger el acta de eurodiputada, como hizo Josep Borrell en 2019. En cambio, recuerdan que Borrell aceptó poco después convertirse en Alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad.

Pedro Sánchez siempre ha dado a la ministra de Transición Ecológica autonomía en su gestión, marcando unos tiempos que no siempre coincidían con los intereses electorales de algunos barones socialistas, como en el caso del trasvase del Tajo-Segura o su posición sobre Doñana.

Su tono más especializado, considerado “demasiado técnico” por algunos, ha generado oposición desde dentro de las propias filas del PSOE en varias ocasiones.