Las fantasías sexuales son comunes tanto en hombres como mujeres y tienen diferencias según el género. Las construcciones culturales y sociales influyen en la forma en que estas fantasías se sienten y experimentan. Las fantasías eróticas son indicadores de salud sexual y no indican insatisfacción en una relación amorosa. Hay una diversidad de fantasías, siendo las más comunes el sumisión, el sexo grupal, entre otros, pero estos patrones son propensos a variar dependiendo del individuo. Aunque hay semejanzas en las fantasías de género, hay diferencias notables en la manera en que hombres y mujeres las perciben. Las normas sociales influyen en las fantasías de ambas partes. Por ejemplo, las mujeres a menudo se centran en pensamientos emocionales y románticos, mientras que los hombres tienden a tener pensamientos sexuales más visuales y directos. Las diferencias también son perceptibles entre la orientación sexual de las personas, con variaciones en el contenido de las fantasías. Las fantasías sexuales no siempre reflejan deseos sexuales reales y pueden desempeñar su función sin ser materializadas. Es importante asegurarse de que las fantasías sean consensuadas y seguras si se van a llevar a la realidad. Las diferencias en las fantasías sexuales no deben alimentar estereotipos ni juicios, y se considera una expresión natural y saludable de la sexualidad humana.
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