MADRID, 11 Jul. (EDIZIONES) –
El estrés tiene un impacto significativo en nuestra microbiota. Aunque a menudo pensamos que nuestras emociones no afectan nuestra fisiología, en realidad lo hacen. En el caso del estrés, la hormona del cortisol puede causar daños en el intestino, debilitando su función de barrera y permitiendo que nutrientes ingresen al torrente sanguíneo de manera inapropiada.
Así lo explica Mónica Pérez, bióloga y máster en Nutrición y Dietética, en una entrevista con Infosalus. Pérez acaba de publicar ‘Lo importante está en tu microbiota’ (Oberon), donde destaca que el estrés es responsable de empeorar nuestro sistema inmunológico y provocar inflamación corporal, todo debido a un desequilibrio en la microbiota causado por una mala gestión emocional.
Pérez señala que el estrés debilita el intestino, afectando tanto a la barrera intestinal como al sistema inmunitario, que tiene un 70% de presencia en el intestino. La secreción de cortisol en respuesta al estrés afecta la motilidad intestinal, causando problemas como estreñimiento o diarrea, y también daña la mucosa, desencadenando inflamación que impacta en el sistema inmunológico.
REGULAR LAS EMOCIONES ES FUNDAMENTAL
Pérez destaca que el intestino es un centro importante para muchas emociones, incluida la producción de serotonina, conocida como la hormona de la felicidad. El estrés constante puede afectar la producción de serotonina y otros neurotransmisores, como la dopamina y el gaba, que influyen en nuestro estado de ánimo y nivel de calma.
Pérez también menciona la conexión intestino-cerebro a través del nervio vago, que comunica directamente el cerebro con el intestino y otras vísceras. Un intestino dañado puede afectar esta conexión, lo que a su vez puede influir en el equilibrio emocional y el bienestar general del cuerpo.
Controlar el estrés fortalece el nervio vago y regular las emociones puede mejorar el funcionamiento intestinal, evitando la permeabilidad intestinal y problemas en el sistema inmunológico.
CÓMO SABER SI HAY DESBALANCE EN LA MICROBIOTA
Pérez señala que los síntomas de desequilibrio en la microbiota pueden manifestarse a través de problemas digestivos y no digestivos. El estrés crónico puede causar síntomas como hinchazón abdominal persistente, inflamación en diferentes partes del cuerpo y una variedad de dolencias, desde dolores de cabeza hasta infecciones recurrentes.
Pérez advierte que el estrés puede manifestarse de diversas formas y debilitar el sistema inmunológico, lo que puede resultar en enfermedades recurrentes y otros problemas de salud.
QUÉ HACER PARA MEJORAR LA MICROBIOTA
Pérez recomienda cuatro pilares para cuidar y mejorar la microbiota:
1. Alimentación variada y personalizada para promover una microbiota saludable.
2. Ejercicio físico para reducir la inflamación y manejar el estrés.
3. Descanso reparador para permitir que el cuerpo se limpie y se regenere.
4. Gestión de las emociones, buscando formas de regularlas y mejorar el bienestar emocional.