Los enigmas de la imponente estatua sentada del faraón Kefrén

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Durante décadas, el viejo museo egipcio de la plaza Tahrir, en El Cairo, ha sido el museo de antigüedades faraónicas más importante del mundo, un lugar mágico donde contemplar algunas de las obras de arte más increíbles del antiguo Egipto. Pasear por sus salas ha permitido siempre al visitante llevar a cabo un maravilloso viaje en el tiempo y establecer un poderoso vínculo con una civilización desaparecida hace mucho tiempo, pero que nos ha dejado innumerables vestigios de su existencia. En una de sus salas, en la planta baja, dedicada al Reino Antiguo, se ubicaba la estatua sedente del faraón Kefrén, tallada en un único bloque de diorita.

La estatua, que con su media sonrisa parece contemplar desde el abismo de los milenios al asombrado visitante que la observa por primera vez, fue descubierta en 1860 por el francés Auguste Mariette, por entonces jefe del Departamento de Antigüedades de Egipto, durante unas excavaciones en Giza. El egiptólogo se hallaba excavando el complejo funerario de Kefrén, concretamente el templo del valle del monarca, un recinto donde tuvieron lugar las ceremonias de purificación de la momia del faraón antes de que esta fuera llevada hasta el templo alto, situado junto a la pirámide, a través de una larga calzada ceremonial. El templo del valle de Kefrén está a 500 metros de su pirámide y se sitúa cerca de la Gran Esfinge.

La estatua sedente de Kefrén mide 1,68 metros de alto, 57 centímetros de ancho y 96 centímetros de largo y representa a Kefrén, faraón de la dinastía IV y artífice de la segunda pirámide más grande de Giza. Mucho después, algunas de las estatuas que representaban a Kefrén fueron enterradas en un pozo que se cubrió con losas de piedra, y fue allí donde, siglos después, las descubrió Mariette.

La obra de arte estuvo a punto de salir de Egipto, rumbo a Francia, pero finalmente, debido a la falta de fondos, la campaña de excavaciones emprendida por Mariette sufrió un importante parón y Francia no pudo hacerse con la pieza. La estatua de Kefrén recaló primero en el Museo de Bulaq, antecedente del Museo Egipcio de El Cairo, para después ser trasladada al museo que se habilitó en la plaza Tahrir, donde se ha exhibido hasta ahora. En septiembre de 2017, la estatua de Kefrén, fue cuidadosamente embalada y trasladada a su nuevo hogar, el GEM (Gran Museo Egipcio), donde disfrutará de un lugar de honor y volverá a ser admirada por millones de visitantes.

Fuente (para controlar el refrito): https://historia.nationalgeographic.com.es/a/secretos-fascinante-estatua-sedente-faraon-kefren_20862

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