El 8 de abril, millones de personas observarán un eclipse de Sol, principalmente en Norteamérica. Aunque hoy en día somos una población informada y tecnológicamente avanzada, este evento astronómico ha generado cierto temor entre parte de la población.
El miedo al eclipse no es algo nuevo. Desde la prehistoria, los eclipses han sido considerados como malos presagios. Sin embargo, es importante recordar que el mundo no terminará el 8 de abril. Eclipse tras eclipse, el mundo nunca ha llegado a su fin.
Sobre el Sol y la Luna
Los eclipses, temidos pero también celebrados a lo largo de la historia, han influido en las creencias y cosmovisiones de muchas culturas. A menudo acompañados de ofrendas, rituales o ceremonias, como forma de dar sentido a sus mitos, tradiciones orales y orden social. Estos fenómenos han quedado plasmados en el arte rupestre, códices, libros y tradiciones orales.
Diversas investigaciones han identificado eclipses representados en el patrimonio rupestre mundial. Por ejemplo, en el arte rupestre del Parque Nacional de Kur-ring-gai Chase en Nueva Gales del Sur (Australia).
El astrónomo Duane Hamacher y el astrofísico Ray Norris han estudiado 50 relatos de eclipses relacionados con los aborígenes australianos. Por ejemplo, en la mayoría de las culturas aborígenes, el Sol es representado como femenino y la Luna como masculina. Para el pueblo Yolngu de la Tierra de Arnhem, un eclipse solar era considerado un acto de cópula entre el Sol (mujer) y la Luna (hombre).
Duane menciona:
“Cuando ocurre un eclipse, ella alcanza y ataca al ‘hombre luna’, al que llaman Bahloo”.
Un grabado en piedra de dos figuras humanas y una media luna podría representar la contemplación de un eclipse. La imagen es muy dinámica y podría parecer una ceremonia durante el llamado “tercer contacto”, el comienzo del eclipse total, cuando la superficie lunar entra completamente dentro de la umbra terrestre.
Hamacher y Norris detallan que, en las tradiciones orales de los aborígenes australianos, los eclipses anunciaban un cambio aterrador que interrumpía la armonía del cosmos. Los Arrernte o Wardaman interpretaron que algo cubría el Sol, pero lo explicaron como un gran pájaro negro o los efectos de una magia maligna.
La coincidencia en las fechas
Los grabados rupestres prehistóricos de Aspeberget, en Suecia, han sido estudiados durante más de un siglo sin llegar a un consenso sobre su significado. Entre ellos se encuentra una representación solar sostenida por dos figuras femeninas. Este petrograbado, según estudios de arqueoastronomía, corresponde a un eclipse que tuvo lugar el 23 de octubre de 1067.


petrograbado aspeberget suecia
Petrograbado de Aspeberget, Suecia.
Sven Rosborn, CC BY 3.0
Una figura muy similar se encuentra en el Cañón de Chaco, en Estados Unidos. Este conjunto pictórico ha sido identificado como el eclipse de julio de 1907. Incluso se representa la llamada corona o anillo solar que se proyecta cuando la Luna cubre la luz brillante del Sol. Según el astrónomo McKim Malville, de la Universidad de Colorado Boulder, especialista en arqueoastronomía, quien descubrió el petroglifo en 1992, “no parece simbolizar un momento temible”.
Festividades para honrar al Sol
En tiempos prehispánicos y antes de la llegada de los europeos, culturas como los nahuas o los mayas observaban los eclipses. En lengua nahua se referían a ellos como Tonatiuh qualo, “el Sol es comido”, y en maya, Pa’al K’in, “Sol roto”. El Sol era devorado, comido o moría.
Muchas culturas prehispánicas desarrollaron herramientas, métodos y calendarios que les permitían predecir fenómenos celestes. Los mayas tenían un 55 % de aciertos en la predicción de eclipses.
Alfonso Torres, arqueólogo del Instituto Nacional de Antropología e Historia, INAH (México), ha estudiado la observación astronómica en Hidalgo, México. Torres detalla ceremonias vinculadas a los eclipses observadas en pinturas rupestres elaboradas por pueblos otomíes y nahuas, así como la inscripción calendárica del eclipse de 1508.
En estas representaciones se sugiere un ritual con elementos lunares asociados a las mujeres, junto con otros símbolos calendáricos como guerras sagradas.


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Posible fecha calendárica donde ocurrió el eclipse solar de 1508 en el valle del Mezquital, Hidalgo, México.
Aline Lara
A pesar de que los eclipses han sido considerados momentos funestos, en muchas culturas la unión del Sol y la Luna ha simbolizado el origen de la humanidad. Los aymaras aún creen que los eclipses son necesarios para que la vida continúe.
Nada que temer y quizás sí celebrar
No podemos asegurar al cien por ciento si estas representaciones del pasado eran de eclipses, pero contamos con registros de predicciones de eclipses, calendarios, conocimientos sobre los movimientos del Sol y la Luna, así como saberes sobre sequías o períodos favorables para la caza y recolección, elementos clave para la supervivencia humana y el equilibrio del planeta.
El 8 de abril el Sol y la Luna se volverán a encontrar. El mundo no va a terminar, pero será un evento astronómico memorable para aquellos que puedan presenciarlo, quedando grabado en la memoria colectiva.
Aline Lara Galicia, Investigadora del grupo ATLAS. Territorios y Paisajes de la Prehistoria Reciente en Andalucía (HUM-694), Universidad de Sevilla
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.