El 5 de febrero del año 62 d.C., Pompeya sufrió graves daños debido a un terremoto y los incendios consecuentes. La reconstrucción fue lenta, y diecisiete años después aún continuaban las labores de reparación y embellecimiento. Durante la segunda mitad de agosto del año 79 d.C., los temblores de tierra sacudieron la ciudad, lo que llevó a muchos pompeyanos a huir hacia Nápoles o incluso a Roma. Sin embargo, el 24 de agosto de ese mismo año, ocurrió un evento catastrófico inesperado.
Poco después del mediodía, una explosión lanzó al aire el tapón rocoso del Vesubio, generando una enorme columna de gas, humo y ceniza que se elevó varios kilómetros. Con el tiempo, las cenizas y la piedra pómez comenzaron a caer sobre Pompeya, cubriéndola con una capa de más de dos metros de espesor. Muchos murieron por el colapso de los techos de las casas, mientras que otros lograron escapar.
Los rezagados sufrieron un destino trágico cuando sucesivas oleadas de gases y material incandescente descendieron desde el Vesubio hacia Pompeya y otras poblaciones cercanas, matando a cientos de personas y cubriendo todo con gruesas capas de residuos.
Descubren mil monedas del siglo XVII durante la remodelación de una cocina
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Los últimos de Pompeya
Los restos de las víctimas de la erupción del año 79 comenzaron a ser descubiertos en los siglos XVIII y XIX. Primero se encontraron esqueletos cubiertos de piedra pómez y luego moldes humanos elaborados por arqueólogos. A través de generaciones de trabajo, se ha logrado identificar a más de dos mil personas que vivieron en Pompeya en los últimos dos siglos de su existencia, lo que ayuda a reconstruir la vida de algunos de ellos, especialmente de los que perecieron en la tragedia.
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En el foro de la ciudad, se han localizado tablillas con la fecha de las elecciones y de algún espectáculo, e incluso con quejas destinadas a los ediles.
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Se han estudiado algunas características fisiológicas e incluso el ADN de los cuerpos encontrados, revelando detalles sobre su vida y salud. A pesar de esto, todavía se sabe poco sobre la identidad de los fallecidos.
Algunas historias muestran la codicia humana incluso en situaciones de peligro extremo, como en el caso de la casa del Fauno. En esta vivienda, la señora se entretuvo recogiendo joyas y monedas de oro antes de que el desastre la alcanzara. Otros relatos revelan la resistencia de los ricos terratenientes a abandonar sus propiedades, lo que resultó en su trágico destino durante la erupción del Vesubio.
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De la sofisticada vida de los habitantes de Pompeya da fe este retrato de una joven, tal vez la poetisa Safo, que decoraba una casa. Siglo I. Museo Arqueológico, Nápoles.
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Las historias de los habitantes de Pompeya, desde políticos y sacerdotes hasta gladiadores, revelan diversos destinos trágicos durante la erupción. Incluso se han encontrado restos de animales, como perros, que sucumbieron en medio de la catástrofe. La tragedia colectiva de Pompeya es un recordatorio impactante de la fragilidad de la vida humana frente a la fuerza de la naturaleza.
