Bailar al ritmo de la música siempre formó parte esencial de la vida en la antigua Roma. Esta expresión cultural se llevaba a cabo en diversos entornos, siendo un elemento fundamental en la celebración de festividades tanto religiosas como cívicas.
Entre estas festividades se incluían los actos y sacrificios en honor a los dioses, así como espectáculos y concursos. Además, la danza se practicaba en actividades lúdicas en las calles y en los banquetes domésticos.
Bailes en la Antigüedad
La influencia de la danza griega se hizo evidente en la época tardorrepublicana y también en la imperial. Autores antiguos como Catulo y Apuleyo mencionan festividades donde seguidores de diversas divinidades danzaban al ritmo de instrumentos musicales.
Asimismo, poetas como Propercio, Horacio y Ovidio hacen referencia a marchas rituales en honor a la diosa Diana en el santuario de Nemi en el Lacio.
Las jóvenes realizaban danzas al aire libre, ofreciendo votos y promesas a la diosa. Estas danzas también se practicaban en ceremonias nupciales y otras celebraciones durante la época imperial.
Rechazo a la danza
En la época tardorrepublicana, Cicerón menciona una festividad para honrar a la Bona Dea donde las mujeres realizaban danzas criticadas por Juvenal en sus Sátiras. Otros autores como Plutarco, Arnobio, Lactancio y Macrobio también se refieren a este tema.
Además, desde tiempos antiguos, las bailarinas que participaban en festividades en honor a la diosa Flora eran tachadas de prostitutas por desnudarse al final del espectáculo.
Danzas privadas
Más allá de lo festivo-religioso, la danza se popularizó en actuaciones lúdicas al aire libre, especialmente en contextos domésticos y banquetes.

A pesar de su popularidad, las danzas no eran bien vistas por todos, generando opiniones divididas entre los intelectuales paganos desde la época republicana. Algunos críticos consideraban a las bailarinas como extranjeras y prostitutas, mientras que alababan la destreza de los intérpretes de pantomima.
La controversia en torno a las danzas continuó hasta la Antigüedad tardía, con críticas y prohibiciones por parte de la Iglesia y la legislación. A pesar de ello, las danzas siguieron siendo parte de la cultura popular en el Imperio Romano.
M. Luz Neira Jiménez, Catedrática de Historia Antigua de la Universidad Carlos III de Madrid, Universidad Carlos III
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.