El nombre de la diosa Hera, la todopoderosa esposa de Zeus, el dios supremo del panteón griego, podría traducirse como «señora» o «dama», como el femenino de heros, «señor». A Hera se la representa siempre como a una imponente mujer ya en su madurez, de gran belleza, aunque con un aspecto severo. En ocasiones, Hera aparece sentada en un trono, tocada con una diadema y a menudo acompañada de un pavo real, un ave sagrada para esta divinidad.
Tal vez lo más característico de Hera sea su carácter dual. La diosa es, por un lado, una mujer fiel y protectora, pero, por otro, las continuas infidelidades de su esposo Zeus la convierten en la divinidad más celosa y vengativa de todo el Olimpo. De hecho, para los antiguos griegos, Hera constituía el arquetipo de mujer tradicional, firme defensora del matrimonio y de la vida familiar. Y es que la diosa luchaba contra viento y marea para defender estas dos instituciones a cualquier precio.
Pero los celos de Hera no tenían límite, y la diosa aprovechaba cualquier oportunidad para vengarse de las innumerables amantes de su esposo, desde la doncella tebana Sémele, hasta las argivas Io o Dánae, entre otras. Para todas tenía la diosa preparada una terrible venganza que llevaba a cabo sin remordimiento alguno. Sin embargo, curiosamente, a pesar de que Zeus mantenía relaciones con infinidad de mujeres a las que engañaba para yacer con ellas, el objeto final de la venganza de Hera casi nunca era su esposo, sino estas mujeres y los hijos que el dios engendraba con ellas.
Historia y familia
Al igual que la de su esposo y hermano Zeus, la historia de la diosa Hera empieza cuando, como a sus otros hermanos, su padre Cronos la engulle nada más nacer debido a que una profecía vaticinaba que uno de sus hijos le arrebataría el trono. A pesar de que este es el mito más extendido sobre el nacimiento de la diosa, existen otros. En uno, Hera no es devorada por Cronos, y en lugar de ello es criada por tres nodrizas llamadas Eubea, Prosimna y Acrea. Otro, sin embargo, cuenta que Hera fue entregada por su madre, Rea, al cuidado de Océano y Tetis.
Al igual que la de su esposo y hermano Zeus, la historia de la diosa Hera empieza cuando, como a sus otros hermanos, su padre Cronos la engulle.


Zeus y Hera, cuadro pintado por el artista irlandés James Barry entre 1790 y 1799. Graves Art Gallery, Sheffield, Inglaterra.
Zeus y Hera, cuadro pintado por el artista irlandés James Barry entre 1790 y 1799. Graves Art Gallery, Sheffield, Inglaterra.
PD
Hera también es conocida por ser la divinidad protectora del matrimonio, así como por su naturaleza violenta y vengativa, principalmente contra las amantes de Zeus y sus descendientes, como se ha apuntado, y contra los mortales que la ofendían, como Pelias, rey de Yolco, el cual asesinó a una mujer en una templo que le estaba dedicado, o el príncipe troyano Paris, quien la ofendió gravemente al elegir a Afrodita como la diosa más bella del Olimpo en una competición.
Garante de la fidelidad conyugal
Como diosa del matrimonio, Hera representaba el arquetipo de la fidelidad conyugal. De hecho, la diosa no podía soportar las constantes infidelidades de Zeus, que realmente fueron muchas y variadas. Uno de estos casos es el de la doncella Sémele, hija del rey tebano Cadmo y de la diosa Harmonía. Cuando Hera se enteró de que Sémele estaba embarazada del principal dios del Olimpo, se disfrazó como su niñera y la persuadió para que le pidiese a Zeus que se mostrase ante ella en su auténtica forma.
Como diosa del matrimonio, Hera representaba el arquetipo de la fidelidad conyugal. De hecho, la diosa no podía soportar las constantes infidelidades de Zeus.


Io, a la izquierda aún con los cuernos de ternera, es recibida en Egipto por la diosa Isis, sentada y sosteniendo una serpiente. Museo Arqueológico Nacional, Nápoles.
Io, a la izquierda aún con los cuernos de ternera, es recibida en Egipto por la diosa Isis, sentada y sosteniendo una serpiente. Museo Arqueológico Nacional, Nápoles.
WolfgangRieger
Así, ante la insistencia de la joven, el dios, que se negaba puesto que hacerlo significaba condenarla a muerte, finalmente cedió y cuando se mostró en toda su magnificencia, sus rayos y el fuego que estos desprendían provocaron la muerte de Sémele. Zeus pudo rescatar al niño de sus entrañas y decidió finalizar su gestación cosiéndolo a su propio muslo. Unos meses después llegaba al mundo Dioniso, dios del vino e inventor del teatro.
Otro caso paradigmático fue el de Io, según algunas versiones hija de Ínaco, rey de Argos, y de una oceánide llamada Melia. Cuando Hera se enteró de la relación de Zeus y la doncella argiva, paradójicamente sacerdotisa de la propia Hera, esta montó en cólera e Io tuvo que ser convertida en una ternera blanca por el propio Zeus para no que no sufriese la ira de la diosa despechada. Pero Hera sabía que la delicada ternera era la propia Io y ordenó a Argos panoptes (que todo lo ve), un gigante de cien ojos, que la vigilara estrechamente.
Pero Hermes, a instancias de Zeus, adormeció al gigante (al que acto seguido mató) y liberó a Io. Furiosa, Hera envió un tábano para que persiguiera y atormentase con su aguijón a Io, lo que provocó que esta emprendiera una desesperada huida que acabó en Egipto, donde Zeus volvió a transformarla en mujer. Pero ninguna de las amantes de Zeus se libró de la ira de Hera. Leto, Alcmena, Europa, Dánae… y otras muchas atrajeron al dios supremo, y a todas ellas intentó castigarlas su esposa de la forma más cruel.