El mes de febrero siempre ha sido objeto de interrogantes por su duración y por qué el calendario tiene doce meses. Desde épocas antiguas, el calendario ha sido objeto de observaciones astronómicas, prácticas sociales y supersticiones que han influido en su estructura. Las sociedades agrarias basaron sus calendarios en los ciclos de la Luna y del Sol, pero estos no coinciden entre sí ni son exactos.
Los romanos heredaron un calendario lunar y solar que adaptaron a sus necesidades. Su origen se atribuye a una mezcla de hechos mitológicos y reales, y se desconoce cuál fue su verdadero inventor. La adición de enero y febrero al principio y al final del año se debe al rey Numa Pompilio, quien redujo un día a los meses de 30 días para adecuarlos a la superstición romana que consideraba los números impares como un signo de buena suerte.
El calendario romano enfrentaba la limitación matemática de tener un número par de días. Para solucionarlo, restaron un día a febrero y lo reubicaron como segundo mes del año. Esto se debió a una superstición que consideraba que febrero, con menos días, serviría para compensar los desajustes del calendario. El calendario romano de 355 días generaba desfases que llevó a la introducción de un mes de febrero extraordinario cada dos años.
Julio César reformó el calendario en el año 46 a.C., estableciendo un nuevo calendario de 365 días divididos en 11 meses de 30 o 31 días y otro de 28. Esta reforma se inspiró en el calendario solar egipcio. También introdujo el día bisiesto, que consiste en repetir un día cada cuatro años para ajustar las seis horas adicionales del año sideral. Esta reforma se mantuvo vigente durante 1,600 años hasta que el papa Gregorio XIII introdujo un nuevo ajuste que mejoraba aún más la precisión del calendario y la adición de un 29 de febrero cada cuatro años. Este calendario se mantiene vigente en la actualidad.
Fuente (para controlar el refrito): https://historia.nationalgeographic.com.es/a/febrero-mes-que-solo-tiene-28-dias-por-decision-romanos_20819