El enigma de los príncipes de la Torre de Londres

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TRANSCRIPCIÓN DEL PODCAST

Hoy vamos a hablar de la desaparición de Eduardo V de Inglaterra y su hermano Ricardo, más conocidos como “los príncipes de la Torre”. Más de cinco siglos después, su presunto asesinato sigue envuelto en sombras, y se ha convertido en uno de los misterios más intrigantes y polémicos de la historia del Reino Unido.

La Torre de Londres es uno de los lugares más icónicos de la capital británica. Construida por Guillermo el Conquistador en el siglo XI, funcionó como palacio real, tesorería, registro público, Real Casa de la Moneda, casa de las Joyas de la Corona y arsenal. Pero el lado más siniestro de la leyenda de la fortaleza se forjó partir del siglo XV, cuando empezó a ser utilizada también como cárcel para presos políticos y centro de interrogación, tortura y ejecuciones.

Fue entonces cuando la expresión “mandar a la Torre” se convirtió en sinónimo de “encarcelar”. William Wallace, Tomás Moro y Ana Bolena fueron algunos de sus desdichados huéspedes.

DOS ESQUELETOS INFANTILES

Cuando Eduardo V, de solo doce años, y su hermano Ricardo, de nueve, se instalaron en la residencia real de la Torre de Londres por orden de su tío, lo hicieron, supuestamente, porque allí estarían más protegidos. Irónicamente, a los pocos meses de llegar, los dos niños desaparecerían para siempre.

El caso resurgió casi doscientos años más tarde, cuando se descubrieron dos esqueletos infantiles, cuyos huesos tenían pegados restos de terciopelo -una tela que solo los miembros de la realeza podían llevar-.

Durante siglos se ha asumido que estos esqueletos eran los de Eduardo y Ricardo, pero hay hipótesis que contradicen esta teoría. La historia de los príncipes de la Torre todavía esconde muchas preguntas por responder. Y para intentar buscar las respuestas, primero tenemos que saber quiénes eran Eduardo y Ricardo, y por qué alguien podía querer que desapareciesen.

Eduardo y Ricardo eran los hijos de Eduardo IV. Este rey fue uno de los protagonistas de la Guerra de las Dos Rosas, un conflicto enfrentó a dos ramas de una misma familia, los Plantagenet, por el trono de Inglaterra durante treinta años. Cuando estalló esta guerra, en 1455, el rey de Inglaterra era Enrique IV, de la Casa de Lancaster.

Su principal rival era Eduardo, que era primo suyo y líder de la Casa de York. El nombre de la Guerra de las Dos Rosas hace referencia a los emblemas de las dos casas: el de Lancaster era la rosa roja, y el de York, la rosa blanca. La disputa por el trono de Inglaterra entre estas dos ramas familiares venía de lejos, y se reavivó durante el reinado de Enrique IV.

En 1461, su primo Eduardo consiguió capturarlo; lo encerró en la Torre de Londres y se apoderó de la corona. Inglaterra tenía un nuevo monarca, y el trono estaba ahora en poder de la Casa de York. Pero la guerra no había terminado…

Los primeros años del reinado de Eduardo IV estuvieron marcados por la violencia. Era una época turbulenta, y el rey se veía obligado a pasar mucho tiempo fuera, luchando para defender su trono. Al principio, su situación no parecía muy prometedora. Eduardo había conseguido coronarse en gran parte gracias a su primo el conde de Warwick, que en esta época era el hombre más poderoso de Inglaterra.

Pero el encanto personal de Eduardo le hizo ganarse muchos amigos. En 1464 se casó con Elizabeth Woodville, una viuda joven de familia respetable; pero lo hizo en secreto, quizá porque sabía que este matrimonio no sería del agrado de todos…

Aunque Elizabeth Woodville había sido descrita como “la mujer más bonita de la isla de Gran Bretaña”, el entorno del rey no la veía como una candidata a la altura. Su familia no tenía títulos nobiliarios ni aliados diplomáticos; y, peor aún, los Woodville eran partidarios de la Casa de Lancaster, rival de la familia del propio rey en la Guerra de las Dos Rosas.

De hecho, el primer marido de Elizabeth había muerto en combate luchando por la Casa de Lancaster. Pero el principal ofendido por la decisión del rey era su mano derecha, el conde deWarwick. Warwick quería fortalecer alianza entre la Casa de York y Francia, y pensaba conseguirlo casando a Eduardo IV con una princesa francesa. Cuando supo de la unión entre el rey y Elizabeth Woodville, se molestó tanto que empezó a conspirar contra él… y en favor de la Casa de Lancaster.

PODER DE INFLUENCIA

En cuanto Elizabeth se convirtió en reina consorte, su familia empezó a recibir favores y privilegios. Sus dos hijos de su matrimonio anterior y sus hermanos y hermanas escalaron posiciones, bien casándose con nobles o bien introduciéndose en la corte real. No era casualidad: al hacer que la familia de su esposa ganase poder de influencia, Eduardo estaba levantando a su alrededor un círculo de magnates que le debían lealtad.

Todo esto no gustaba nada a los nobles de la Casa de York, pero lo cierto es que el matrimonio fue muy prolífico: en sus diecinueve años juntos, los reyes tuvieron diez hijos e hijas, de los cuales ocho sobrevivieron a la primera infancia.

En 1470, Warwick y otros partidarios de la Casa de Lancaster consiguieron liberar de la Torre de Londres a Enrique VI, el rey depuesto, y volver a coronarlo. Para salvar su vida, Eduardo se vio obligado a huir a Flandes, y lo hizo acompañado de su hermano Ricardo, que era duque de Gloucester y uno de sus apoyos más sólidos.

Elizabeth y sus hijas se refugiaron en el santuario de San Pedro, un lugar situado dentro de la abadía de Westminster que ofrecía asilo a personas relevantes que estaban en peligro. Un mes después de su llegada, Elizabeth dio a luz a un niño: el futuro Eduardo V.

El nuevo reinado de Enrique VI no duró mucho. A principios de 1471, Eduardo volvió del exilio y sus fuerzas derrotaron a las de Enrique, que fue encarcelado de nuevo en la Torre de Londres. Warwick -el conde que había traicionado a Eduardo- y el hijo adolescente de Enrique murieron en la batalla. En mayo de ese año, el propio Enrique también falleció.

Aunque al principio se dijo que había muerto de melancolía, poco a poco empezaron a surgir rumores de que había sido asesinado por agentes de Ricardo, el hermano de Eduardo. Al morir Enrique se extinguió la Casa de Lancaster, así que Eduardo tenía vía libre para recuperar el trono de Inglaterra para la Casa de York y reforzar su posición. Además, ahora tenía lo más importante para un rey: un heredero varón.

Eduardo IV era el rey de Inglaterra de nuevo, y su hijo recibió el título de Príncipe de Gales. El príncipe se crió en el castillo de Ludlow, cerca de Gales, bajo la supervisión de su tío Lord Rivers, que era hermano de Elizabeth y la mano derecha del rey.

Eduardo IV tenía un plan muy específico para preparar a su heredero: quería que el príncipe tuviese una educación equilibrada, con tiempo para estudiar y también para jugar y disfrutar de sus perros y caballos. También quería que su hijo creciese en un hogar libre de “blasfemos, matones, calumniadores, jugadores, adúlteros y palabras obscenas”.

Tres años después del nacimiento del príncipe Eduardo, la reina dio a luz a otro niño, Ricardo, que fue nombrado duque de York siendo apenas un bebé. Ahora el rey tenía dos hijos varones que asegurasen la continuidad de su linaje. El futuro parecía brillar para la Casa de York.

Casi doce años después de recuperar la corona, Eduardo IV había conseguido una cierta paz y estabilidad para su país, y había amasado una gran fortuna. Pero muy pronto la situación cambiaría radicalmente para su familia. En abril de 1483, el rey estaba planeando invadir Francia cuando, de repente, cayó enfermo -posiblemente de neumonía o fiebre tifoidea- y murió. Estaba a punto de cumplir cuarenta y un años. En su lecho de muerte, nombró a su hermano Ricardo regente del príncipe heredero. Pero alguien quería evitarlo…

En el momento de la muerte de Eduardo IV, el consejo real estaba formado, principalmente, por miembros de la familia de la reina, los Woodville. Este consejo tenía poder para coronar al heredero inmediatamente… y así lo hizo. Esto significaba que el niño -ahora Eduardo V– era rey a todos los efectos, y no necesitaba ningún regente.

golpe de estado

Seguramente, su familia materna hizo esto porque esperaba poder gobernar a través de él y asegurar su posición en el nuevo reinado. Los Woodville acordaron reunirse con Ricardo para explicarle la situación e informarle de que no era necesario que ejerciese de regente para su sobrino. Pero cometieron un grave error al creer que Ricardo era aliado suyo.

El pequeño Eduardo V se dirigía a Londres desde el norte con su comitiva real. Con él iban Lord Rivers -su tío materno- y Lord Grey -uno de sus medio-hermanos-. A medio camino, Ricardo se reunió con ellos. Comieron juntos, conversaron, y, ese mismo día, Ricardo perpetró su golpe de estado.

Primero, ordenó que Rivers y Grey fuesen arrestados y encarcelados en el norte de Inglaterra; dos meses más tarde, serían ejecutados. Después, llevó a su sobrino a Londres e hizo que el consejo real lo reconociese a él mismo como “lord protector”, es decir, regente. A continuación, hizo que el pequeño Eduardo se instalase en el palacio de la Torre de Londres, en teoría para protegerlo. Y así fue como Ricardo, el tío del nuevo rey, se convirtió en jefe de estado.

La muerte de Eduardo IV dejó a la reina en una situación extremadamente vulnerable. Elizabeth no era popular en la corte real, y, con Ricardo como regente, había perdido el control que tenía sobre su hijo Eduardo. En las semanas siguientes, varios miembros de su familia y otras personas de su confianza fueron detenidas y ejecutadas.

La reina empezó a temer por su vida, así que volvió a refugiarse en el santuario de la abadía de Westminster junto con sus hijas, su hijo pequeño, Ricardo, y sus sirvientes. Ahora que su hijo mayor le había sido arrebatado, Elizabeth sabía que era crucial mantener al pequeño a su lado; como heredero potencial de la corona, Ricardo era su seguro de vida. Pero esto estaba a punto de cambiar.

La hostilidad de Ricardo hacia la familia Woodville era relativamente comprensible: él pertenecía a la Casa de York, y ellos habían defendido a la Casa de Lancaster; él descendía del rey Eduardo III, y ellos acababan de introducirse en la nobleza.

Su relación con su sobrino Eduardo V tampoco despertó suspicacias; al contrario: Ricardo mostraba total respeto hacia él, y estaba preparando su ceremonia de coronación con mucho esmero. Unas semanas antes de la coronación, ordenó que el hermano pequeño de Eduardo se instalase con él en la Torre de Londres. Esta decisión tampoco generó dudas sobre sus intenciones: los dos niños eran jóvenes y vulnerables; era crucial garantizar su seguridad, y allí estarían protegidos.

Además, era común que los reyes se alojasen en la Torre de Londres antes de su coronación, y el regente dijo que quería asegurarse de que el pequeño Ricardo asistiese a la coronación de su hermano. La que sí se alarmó fue la madre de los niños. Temiendo lo peor, Elizabeth intentó evitar que la separasen de su hijo pequeño también, pero no pudo hacer nada al respecto. En la primavera de 1483, Ricardo fue trasladado a la Torre de Londres para vivir allí con su hermano. Su madre no volvería a verlo nunca más.

HIJOS ILEGÍTIMOS

Todo estaba a punto para la ceremonia de coronación de Eduardo V. La fecha elegida era el 22 de junio -poco más de dos meses después de la muerte de su padre-, y Londres se preparaba para la gran ocasión. Pero iba a haber un cambio de última hora. A mediados de junio, y sin previo aviso, el parlamento declaró a los niños hijos ilegítimos de Eduardo IV.

El motivo oficial de esta decisión era que, al parecer, cuando el difunto rey se casó con Elizabeth Woodville, estaba prometido en matrimonio con otra mujer, Lady Eleanor Butler. En aquella época, la promesa de matrimonio era vinculante; por tanto, la unión entre Eduardo y Elizabeth no era válida, y todos sus hijos e hijas eran ilegítimos.

Esto significaba que el siguiente en la línea de ascenso al trono era Ricardo. Ricardo reclamó públicamente su derecho a ocupar el trono de Inglaterra, y el 26

Fuente (para controlar el refrito): https://historia.nationalgeographic.com.es/a/misterio-principes-torre-londres_20728

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