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Abel G.M.
Periodista especializado en historia, paleontología y mascotas
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En la antigua Roma había muchos días dedicados a los rituales y conmemoraciones, pero pocos eran tan macabros como el supplicia canum o suplicio de los perros. Este consistía en crucificar a los canes en lo alto de la colina del Capitolio, para “expiar” la culpa de sus ancestros en un episodio trágico de la historia romana.
Este episodio fue el saqueo de Roma por parte de los galos en el año 390 o 387 a.C. Amparados por la noche, los invasores se infiltraron en el Capitolio, donde se habían refugiado los romanos, sin que los centinelas ni los perros que vigilaban el perímetro se dieran cuenta. Quienes sí se percataron de los intrusos fueron los gansos sagrados del templo de Juno, los cuales armaron tal escándalo que despertaron a los romanos y estos pudieron repeler el ataque de los galos.
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Desde entonces, se estableció un macabro ritual expiatorio en el cual algunos perros eran crucificados en lo alto del Capitolio, mientras que los gansos sagrados de Juno eran llevados en literas y recostados en cojines bordados con púrpura para ver el macabro espectáculo. Tal vez Obélix no iba tan errado al afirmar que “están locos, estos romanos”.
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