¿Cuál era la apariencia de los barcos en el Antiguo Egipto?

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Sin el Nilo, el río sagrado, Egipto únicamente sería un vasto desierto. En la antigüedad, la crecida anual de sus aguas garantizaba el sustento de quienes habitaban en sus orillas y, a la vez, servía como privilegiada vía de comunicación a lo largo de los miles de kilómetros de su cauce. Por ello, en la vida cotidiana de los egipcios los navíos desempeñaron un papel fundamental, ya fuera para el desplazamiento de las personas, el transporte de mercancías o numerosas ceremonias religiosas.

Se conservan muy pocos restos de estas embarcaciones, probablemente porque la madera de la que estaban hechas era un bien preciado, por escaso, y sin duda a menudo se reutilizó para hacer ataúdes, pero sí existen numerosísimas representaciones que nos muestran los distintos tipos de navíos y su evolución. 

Así, algunos vasos del período predinástico muestran que entonces abundaban los barcos a remo, con doble cabina, y el casco seguía una curva uniforme de proa a popa. Esta característica de los grandes barcos egipcios sirve para diferenciarlos de otros supuestamente asiáticos. En una tumba de Hieracómpolis, cuyos restos pintados se conservan en el Museo Egipcio de El Cairo, vemos cinco barcos de casco blanco con la línea curva típicamente egipcia, pero un sexto navío, con casco negro, presenta una popa casi vertical. Por su parte, el Museo del Louvre expone el cuchillo de Gebel el-Arak, de época predinástica, en cuyo mango de marfil se representa una batalla naval.

Algunas de las naves mantienen la tipología clásica egipcia, pero otras tienen tanto la popa como la proa levantadas y una de las cabinas abombada, como la de la barca negra de la tumba de Hieracómpolis. Mientras algunos autores ven en la escena un enfrentamiento bélico entre egipcios y asiáticos, otros interpretan que se trata de una lucha entre egipcios: un ejército del Alto Egipto contra una coalición del Delta. 

Además de estos primeros grandes barcos, el Nilo acogió embarcaciones de muy diverso tipo. Tanto pescadores como agricultores se desplazaban en pequeños esquifes hechos de papiro, idénticos a los empleados hoy día por los pescadores del lago Tana en Etiopía, donde nace el Nilo Azul. Y no sólo los hombres: también Re, rey de los dioses, recorría en una barca el cielo diurno y en otra hacía la tenebrosa singladura de la noche.  

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Desde las canteras de Asuán, los barcos de carga llevaban pesadas piedras y obeliscos para construir los grandes templos. En la imagen, el templo de Philae,
en Asuán. 

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Aunque, como decíamos, apenas queda rastro material de estos navíos, los arqueólogos han hecho algunos hallazgos notables. En 1991, una misión norteamericana descubrió catorce barcos de madera de tamarisco en la necrópolis tinita de Umm el-Qaab, en Abydos, donde se enterraron los reyes de las dos primeras dinastías.

Las embarcaciones, de 23 metros de eslora (longitud), se encontraron alineadas, enterradas a poca profundidad, protegidas lateralmente por unos muretes de adobe y cubiertas con una pasta de limo y cal. Por lo general, las barcas formaron parte del ajuar funerario de reyes y altos dignatarios, como así lo atestiguan las numerosas fosas en forma de barco halladas junto a las mastabas y pirámides de los Imperios Antiguo y Medio.

Fosas que en su día albergaron barcas que no tienen porque ser «solares», con un cometido exclusivamente funerario, como se ha escrito, sino que pudieron haber navegado por el Nilo. Tras el descubrimiento de Abydos hay que llegar hasta la dinastía IV para encontrar barcas destinadas al ajuar funerario de otro faraón, Keops. Una de ellas, hallada en 1954, se expone hoy en un museo ubicado sobre su emplazamiento original.

Esta barca navegó por el río, pues entre otros indicios su plancha de abordaje presenta signos de utilización. En la barca de Keops, la trabazón de las diferentes tablas del casco se realizó mediante un «cosido» con cuerdas de esparto, mientras que en las de Abydos se empleó el tradicional sistema de cajas y espigas, de uso común en carpintería. 

Lo que cuenta la arqueología

El tercer hallazgo importante de barcos se hizo en Dashur, unos 40 kilómetros al sur de El Cairo. En 1894, Jacques de Morgan descubrió junto a la pirámide de Sesostris III, de la dinastía XII, seis barcas de madera de cedro de las que en la actualidad se conservan cuatro. Una está en el Museo de Chicago, otra en
el Museo de Pittsburgh y las otras dos en el Museo Egipcio de El Cairo. Su eslora varía desde los 9,4 metros de la de Pittsburgh hasta los 10,2 metros de una de las de El Cairo. Dos largos remos en la popa les servían de timón. 

Pectoral aux cynocéphales, bijou de la tombe de Toutânkhamon (musée du Caire Egypte)

Pectoral aux cynocéphales, bijou de la tombe de Toutânkhamon (musée du Caire Egypte)

Dos babuinos flanquean al dios Re Horakhty, el sol del amanecer (en forma de escarabajo), que inicia su periplo diurno en su barca sagrada, llamada Mandyet. Pectoral de Tutankhamón. Museo Egipcio, El Cairo.

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Durante el Imperio Medio se introdujeron mejoras técnicas en los barcos. Se colocó un solo remo a popa, usado como timón, en lugar de los dos de uso corriente en el Imperio Antiguo, y también desapareció el mástil doble que fue sustituido por un solo palo. A pesar de ello, el diseño del casco de los barcos siguió siendo básicamente el mismo. 

Podemos conocer en detalle cómo eran las embarcaciones egipcias por la decoración de las tumbas, que normalmente incluía bajorrelieves o pinturas de barcos con detalles más o menos definidos. En las mastabas de Ptahotep y de Ti, de la dinastía V, en Saqqara, asistimos a la construcción de barcas de madera y de papiro. Otros detalles de aparejos, velas y cabos, así como de las cabinas de barcos de transporte y recreo, podemos verlos en la pared occidental de la sala de pilares de la mastaba de Mereruka, visir del faraón Teti, de la dinastía VI.

También aquí se aprecia que los barcos sólo tenían un mástil y una vela cuadrada. El mástil, en esta época, estaba compuesto por dos palos que se unían en la parte superior. Allí, una pieza semicircular fija permitía el deslizamiento de los cabos de izado de la vela, ya que en Egipto nunca se conoció la polea. 

Nebamón caza en los marjales acompañado de su familia. Dinastía XVIII. Museo Británico, Londres.

Nebamón caza en los marjales acompañado de su familia. Dinastía XVIII. Museo Británico, Londres.

Los egipcios usaban pequeños botes hechos de papiro para sus expediciones de caza y pesca en las riberas del Nilo, como muestra esta pintura de la tumba de Nebamón. Museo Británico.

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En la calzada de Unas, último faraón de la dinastía V,  se observan unas barcas grabadas en el muro. La escena detalla cómo un sistema de gruesas sogas de cáñamo permite abatir el gran mástil sobre la cubierta, en la que descansan dos columnas destinadas al templo funerario del rey. Estas grandes columnas, una en su templo bajo y otra en el Museo del Louvre, dan idea del gran peso que podía aguantar la embarcación. 

Enormes barcos de carga

Es interesante la escena grabada en el primer pórtico del templo de la reina Hatshepsut en Deir el-Bahari (dinastía XVIII). Allí, un gran barco construido con madera de sicómoro transporta, desde Asuán, en la primera catarata, al templo de Karnak, en Tebas, los dos obeliscos que la reina mandó erigir para el templo de Amón. Estos monumentos, de 29 metros de altura, pesaban unas 686 toneladas.

Para conocer las dimensiones que debía tener un barco capaz de transportar semejante peso se puede  establecer una relación comparativa con otro navío del mismo período, que transportó dos obeliscos encargados por Tutmosis I, padre de Hatshepsut, y que hicieron

Fuente (para controlar el refrito): https://historia.nationalgeographic.com.es/a/barcos-faraones_20778

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