Berenice, la princesa que conquistó el corazón del romano Tito con su encanto judío.

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Pocos personajes de la Antigüedad han sido tan inspiradores para pintores, dramaturgos, novelistas o compositores de ópera como Berenice, la princesa judía del siglo I d.C. Su trágica relación con el emperador Tito se ha convertido en un ejemplo del conflicto entre el amor apasionado y la razón de Estado, en medio de la última revuelta judía contra el dominio romano. La figura de Berenice ha sido recreada tantas veces desde una perspectiva romántica que se hace difícil distinguir a la figura histórica detrás de la leyenda.

Nacida alrededor del año 28 d.C. en Judea, Berenice era hija de Marco Julio Agripa I, rey de Judea y Chipre, y nieta de Herodes el Grande. Después de casarse a los 13 años con un judío adinerado de Alejandría, quien murió antes de consumar el matrimonio, Berenice se casó con su tío Herodes, rey de Calcis en el Líbano, con quien tuvo dos hijos. Tras la muerte de su tío, mantuvo una relación con el nuevo rey, Agripa II, su propio hermano. A pesar de casarse después con Polemón, un potentado local, el rumor de incesto siempre la persiguió.

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Al estallar la primera revuelta judía en el año 66 d.C., Berenice, al igual que su hermano y su cuñado, procurador de Judea, mostró su apoyo a los romanos, lo que la convirtió en objetivo de la ira de su propio pueblo. Inicialmente intentó mediar entre judíos y romanos, pero una multitud enloquecida incendió su palacio y el de su hermano, obligándolos a refugiarse en el campamento romano a las afueras de Jerusalén.

El romance entre Berenice y Tito

En el campamento romano, en el año 67 d.C., Berenice conoció al general Vespasiano y a su hijo Tito, quienes dirigían la lucha contra los rebeldes. Fue en la tienda de Vespasiano donde Berenice y Tito se encontraron. La forma en que se convirtieron en amantes no está detallada en las fuentes de la época, lo que ha llevado a los historiadores a especular sobre la atracción que Berenice, de unos 40 años, podía ejercer sobre el joven Tito de 27 años.

Los historiadores han especulado sobre la atracción entre Berenice y el joven Tito.

Asalto al templo de Jerusalén por las legiones comandadas por Tito. Obra de Nicolas Poussin, 1638. Museo de Historia del Arte, Viena.Asalto al templo de Jerusalén por las legiones comandadas por Tito. Obra de Nicolas Poussin, 1638. Museo de Historia del Arte, Viena.

Asalto al templo de Jerusalén por las legiones comandadas por Tito. Obra de Nicolas Poussin, 1638. Museo de Historia del Arte, Viena.

Asalto al templo de Jerusalén por las legiones comandadas por Tito. Obra de Nicolas Poussin, 1638. Museo de Historia del Arte, Viena.

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No obstante, no se puede descartar el componente político en esta relación, especialmente para alguien tan ambicioso como Tito, quien buscaba aliarse con la realeza oriental. Durante la guerra civil en Roma en el año 69 d.C., Tito regresó a Judea tras la muerte del emperador Otón en el camino. Según Tácito, su regreso fue motivado por su enamoramiento de Berenice, quien le agradaba mucho.

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Berenice en Roma

En Roma, la crisis política continuaba con la sucesión de emperadores. Berenice y Agripa apoyaron a Vespasiano, quien finalmente se convirtió en emperador y recibió el respaldo de ellos. Después, ambos hermanos se quedaron en Judea para apoyar a Tito en la destrucción de su propio pueblo, incluso aplaudiendo la quema del Templo de Jerusalén.

Tras la revuelta, Berenice acompañó a Tito a Roma y vivió con él en la residencia imperial, aparentemente con la intención de casarse, aunque algunos historiadores modernos dudan de esta primera visita. La población romana no veía con buenos ojos la idea de que una reina extranjera se casara con el joven heredero del Imperio, lo que generó comparaciones con la historia de Cleopatra y Julio César.

Una vez acabada la revuelta, Berenice acompañó a Tito a Roma y vivió con él en la residencia imperial, al parecer con la intención de casarse.

Una escena de la obra de Racine, Berenice, en la que se representa a la princesa judía junto a Tito. Grabado de Hubert Gravelot. Siglo XVIII. Una escena de la obra de Racine, Berenice, en la que se representa a la princesa judía junto a Tito. Grabado de Hubert Gravelot. Siglo XVIII. 

Una escena de la obra de Racine, Berenice, en la que se representa a la princesa judía junto a Tito. Grabado de Hubert Gravelot. Siglo XVIII. 

Una escena de la obra de Racine, Berenice, en la que se representa a la princesa judía junto a Tito. Grabado de Hubert Gravelot. Siglo XVIII. 

Cordon Press

Además, la presencia de Antonia Cenis, una liberta que había sido amante de Vespasiano y que vio a Berenice como una rival, complicó aún más la situación. Los romanos toleraban la concubina de un emperador que ya tenía herederos varones, pero no de un príncipe joven y soltero. Esto condujo a la ruptura entre Tito y Berenice, quien regresó a Judea.

La muerte de Antonia Cenis abrió la posibilidad de que Berenice regresara a Roma. Sin embargo, los consejeros de Vespasiano, Muciano, Marcelo y Cecina, se opusieron a los planes de boda entre Tito y Berenice, argumentando que ella era demasiado mayor y extranjera. Suetonio afirma que Tito le propuso matrimonio.

Sin embargo, siglos después, Dion Casio indicó que era Berenice quien esperaba casarse con Tito y que vivía con él en el palacio como si fueran marido y mujer. Quintiliano, un orador y abogado de la época, menciona haber defendido a la «reina» Berenice en un proceso judicial, pero no está claro a qué se refería. Finalmente, Berenice se vio obligada a regresar a Judea.

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Un amor frustrado

Tras la muerte de Vespasiano en el año 79 d.C., Berenice regresó a Roma por tercera vez con la esperanza de casarse con Tito, quien era ahora emperador. Sin embargo, los antiguos consejeros de Vespasiano seguían oponiéndose. Ante esta situación, Tito, aparentemente desconsolado, renunció a su amor por Berenice a cambio de ajusticiar a sus opositores. Según Suetonio, obligó a Berenice a abandonar Roma en contra de su voluntad.

La historia de amor entre Tito y Berenice sigue siendo ambigua, con relatos que la presentan de distintas maneras. Los historiadores ant

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