En Historia Distrito ya hemos hablado del Garum, una salsa romana hecha con vísceras de pescado fermentadas que se utilizaba en muchos platos de la Antigua Roma. Aunque hoy en día su aspecto puede resultar desagradable, en su momento fue un alimento muy apreciado.
Esto es solo un ejemplo de cómo nuestra dieta ha evolucionado a lo largo del tiempo, dependiendo de los productos disponibles en cada época y lugar, así como de las preferencias de la sociedad en ese momento.
Así como el Garum, hay otros platos que han desaparecido de nuestra alimentación por diversas razones, pero también encontramos alimentos que nos recuerdan a comidas que aún se consumen en la actualidad, al menos en algunas partes del mundo. Aquí te presentamos cuatro ejemplos de ello:
el CALDO NEGRO
La dieta de los espartanos se caracterizaba por ser bastante simple, pero registros históricos han revelado que tenían una debilidad por una especie de estofado hecho con carne y sangre de cerdo cocidos con sal y vinagre.
Conocido como caldo negro, era fundamental en la dieta de los espartanos. Fuentes como la comedia Los mineros del poeta Ferécrates (siglo V a.C.) o la obra Vida de Licurgo del historiador Plutarco (siglo I-II d.C.) lo confirman.
Aunque la idea de esta sopa espesa y oscura puede no resultar muy apetecible, en realidad no difiere mucho de alimentos de la cocina moderna como la morcilla o un estofado filipino que comparte la mayoría de sus ingredientes.
porcus troianus
La extravagancia en los banquetes del Imperio Romano contrastaba con la austeridad de la época republicana. El consumo de carne, un lujo en otros tiempos, se disparó, especialmente el de cerdo.
No es sorprendente que uno de los platos más populares fuera el porcus troianus, un cerdo relleno de salchichas acompañado de verduras y salsas aromáticas.
Los ingredientes elegidos son comunes en nuestra dieta actual, al igual que la idea de platos rellenos o acompañados de vegetales, aunque el cerdo relleno de salchichas parece haber desaparecido de nuestras mesas.
PULS, un básico ROMANO
En la época de la República romana, la puls era un plato fundamental en la mesa, hecho con harina de farro y agua hervida. El resultado era similar a la polenta, un alimento muy consumido en varias partes del mundo hoy en día, elaborado con sémola de maíz.
A la puls se le añadían ingredientes como huevo, verduras o legumbres, sobre todo, y en ocasiones carne si la economía lo permitía. Sin embargo, esta polenta romana era más popular entre las clases más bajas.
Los romanos la consumían tanto que sus vecinos griegos les dieron un curioso apodo: pultiphagi pultiphagonides, que significa comedores de polenta.
UN CISNE… ¿ENTERO?
La extravagancia no era exclusiva de los banquetes romanos. En la Europa medieval, las clases altas organizaban eventos donde la comida era el centro de atención, permitiendo a los anfitriones mostrar su estilo de vida lujoso.
Se servían una variedad de platos, pero uno de los más sorprendentes era la presencia de majestuosas aves como el cisne, asadas enteras y conservadas con su plumaje.