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Un magnífico panteón que perdura a través de las eras

Poco queda de la Roma imperial que los desastres naturales, el abandono o la acción del propio hombre no haya reducido a ruinas, majestuosas, pero ruinas al fin y al cabo. El Panteón de Agripa es una maravillosa excepción. A diferencia del Circo Máximo, el Coliseo o las grandes construcciones del Foro, cuyas ajadas piedras fueron «recicladas» desde la Edad Media para construir nuevas casas, iglesias y palacios, el Panteón de Agripa ha sobrevivido incólume hasta nuestros días, casi 2.000 años.
El Panteón es una construcción única, y tal vez por ello se salvó de la demolición. Un edificio redondo que poseyó la mayor cúpula del mundo hasta el siglo XX, ni Brunelleschi en Florencia ni Miguel Ángel en el Vaticano se atrevieron a levantar una mayor. Su interior, una esfera perfecta, acoge la tumba de uno de los artistas más célebres de la historia, pero sobre todo destaca por la abertura que la corona, el óculo, por el que cada 21 de abril (aniversario del nacimiento de Roma) penetraba un haz de luz que se proyectaba sobre la figura del emperador que atravesaba la puerta de entrada produciendo un efecto mágico que le daba apariencia de divinidad.
Fuente (para controlar el refrito): https://historia.nationalgeographic.com.es/a/templo-agripa-maravilloso-panteon-que-sobrevive-paso-tiempo_9056