TRANSCRIPCIÓN DEL PODCAST
No hay duda de que la cultura universal ha sido enriquecida por el teatro griego. Autores como Esquilo, Sófocles, Eurípides o Aristófanes crearon obras que son consideradas clásicos en la actualidad.
Los teatros antiguos, muchos y de grandes dimensiones, son evidencia de la gran difusión que tenían los espectáculos teatrales. Siglos después, en el Renacimiento europeo, los dramaturgos se inspiraron en el modelo griego para revivir un arte que había caído en el olvido.
A pesar de esto, el teatro en la antigua Grecia era muy diferente al de hoy. Una de las diferencias era que las funciones se realizaban en un momento específico del año, durante las Grandes Dionisias, festividades en honor a Dioniso que se celebraban en el mes de elafebolión (marzo-abril). Esto no era coincidencia.
Se especula que el teatro griego se derivó de celebraciones y rituales religiosos dedicados a esta divinidad. En estas festividades, Dioniso era honrado con desfiles y comparsas festivas que duraban varios días. Se dice que fue en el siglo VI a.C. cuando un dramaturgo llamado Tespis, de Icaria, decidió dar voz a uno de los miembros de los coros en las Grandes Dionisias.
Así surgió un nuevo género poético, donde se alternaban partes cantadas con partes recitadas, mimos y bailes. Una señal de este origen era la presencia de una imagen de Dioniso sobre un altar frente al escenario en todas las funciones teatrales.
Espectáculo de masas
Otra peculiaridad del teatro griego era que era un espectáculo de masas que reunía a toda la comunidad. Las representaciones de las Grandes Dionisias atraían a una gran audiencia, como lo demuestra la capacidad de los teatros.
Se estima que el teatro de Epidauro podía albergar alrededor de 13.000 espectadores, mientras que el teatro de Dioniso en Atenas podía alojar a más de 15.000 personas. Esto contrasta con el teatro más íntimo que conocemos en la actualidad.
Esta capacidad de reunión permitía abordar temas comunitarios en las funciones, como la rendición de cuentas de los aliados de los atenienses, cuyos embajadores también asistían a las representaciones, o el desfile de los huérfanos de los caídos en defensa de Atenas, que eran mantenidos con fondos públicos. Por lo tanto, además de su aspecto religioso y literario, el teatro griego también tenía una dimensión política.
También es notable que las obras presentadas durante las Grandes Dionisias de Atenas formaban parte de un concurso dramático. Este concurso era organizado por el arconte epónimo, un magistrado que seleccionaba a tres poetas trágicos y cinco autores cómicos, además de designar a un corego de la élite de la ciudad para reclutar al coro y cubrir los costos.
Personajes trágicos
Antes del concurso, en el proagón, los autores anticipaban el contenido de las obras que presentaban. El veredicto final era dado por diez jueces elegidos por sorteo, uno por cada tribu en la región del Ática, a la que pertenecía Atenas. El ganador recibía una corona de hiedra y otros premios.
Las tragedias se inspiraban generalmente en el vasto imaginario mítico griego. Un tema importante era la guerra de Troya. Por ejemplo, Sófocles escribió una tragedia sobre Filoctetes, un héroe abandonado por sus compañeros en la isla de Lemnos tras contraer una enfermedad repugnante en su camino a Troya.
La dinastía reinante de Micenas inspiró obras como la Orestíada, una trilogía de Esquilo que relata el asesinato de Agamenón por su esposa Clitemnestra y su amante Egisto, la venganza de su hijo Orestes, y su absolución final por la diosa Atenea.
Eurípides obtuvo el tercer premio en las Dionisias del 431 a.C. con una obra sobre Medea, una mujer que se venga de su marido infiel, Jasón, matando a sus hijos comunes. En general, las tragedias presentaban situaciones extremas que ilustraban a los espectadores sobre temas como el crimen, la culpa, el destino y la insignificancia humana frente a los dioses.
La comedia, por otro lado, también se originó en los rituales dionisíacos, evolucionando hacia la sátira social y política. Por ejemplo, la Lisístrata de Aristófanes trata sobre una huelga de sexo de las mujeres atenienses contra la guerra.
Los actores, llamados hypocrités, eran responsables de dar la réplica al coro. En un principio, solo había un actor; Esquilo introdujo un segundo y Sófocles incluyó un total de tres «actores de acompañamiento» o synagonistaí.
También existían personajes mudos o figurantes, llamados kopháprósopa, que un mismo actor podía interpretar varios personajes en una obra, lo que requería una preparación mental y física significativa.
Dado que a las mujeres se les prohibía actuar, los hombres tenían que interpretar roles femeninos. Incluso se formaron dinastías de actores, como los Calipo, y las ciudades les otorgaron derechos de inmunidad y libre circulación.
El coro conecta con el espectador
El coro, que originalmente tenía doce miembros hasta que Sófocles lo aumentó a quince, tenía diferentes funciones en cada obra. El corifeo, líder del coro, se situaba en el centro de la fila más cercana al público para interactuar y dialogar con los actores.
En las comedias, el número de miembros del coro podía aumentar y su vestuario era más colorido. Los griegos ya practicaban lo que hoy conocemos como «puesta en escena». Había ciertos elementos que no se podían mostrar, como una muerte, que se informaba a través de un mensajero o la aparición del cadáver en segundo plano. Sin embargo, también se utilizaban sorpresas para cautivar al espectador.
Se utilizaban grúas para que algunos personajes se movieran por el aire en el escenario, sorprendiendo al público. Se dice que Eurípides fue el primero en usar este recurso en su obra Medea, donde la protagonista se elevaba al cielo en un carro de fuego.
Espectadores ruidosos
El público estaba compuesto principalmente por ciudadanos. Se sabe que los niños asistían a todas las representaciones, incluso a las tragedias, a pesar de sus tramas complejas. Respecto a la presencia de mujeres en la época clásica, las fuentes son contradictorias, pero parece que en la época helenística se les permitía la entrada.
No se debe imaginar a una audiencia silenciosa, como la de hoy en día en los teatros. A veces, la emoción se desbordaba. Se cuenta que durante el estreno de La toma de Mileto de Frínico, la obra tuvo que ser suspendida debido a los sollozos del público.
En otras ocasiones, los asistentes reaccionaban con abucheos, gritos o silbidos que interrumpían la representación, e incluso lanzaban higos secos u otras viandas en las gradas como refrigerio para soportar la larga duración de los eventos.
Durante el estreno de La toma de Mileto, se tuvo que suspender la obra debido a los sollozos del público
En las laderas meridionales de la Acrópolis de Atenas se han encontrado fichas con motivos teatrales, interpretadas como una especie de boletos de entrada al recinto. El precio de la entrada en la época clásica era de dos óbolos, aproximadamente la mitad de lo que un ateniense podía ganar en un día de trabajo.
Se cree que Pericles estableció un fondo público, conocido como theorikón, para subvencionar la asistencia a los espectáculos de los ciudadanos con menos recursos, pero es un tema que aún no tiene una respuesta definitiva.
Después del evento, al caer la noche, los espectadores abandonaban el teatro de manera algo tumultuosa, según testimonios como el de Jenofonte, quien instaba a un escuadrón de caballería a mantener el orden, evitando el «entorpecimiento mutuo como la gente a la salida del teatro».
Opiniones encontradas
El teatro tenía una importante función pedagógica, ya que las obras presentadas invitaban a la reflexión sobre los aspectos conflictivos de la naturaleza humana. Sus versos eran un escaparate de los valores cívicos de la democracia.
Pericles creía que el ciudadano ateniense podía ser educado a través del teatro. La propaganda del nuevo sistema político se reflejaba en los versos de los grandes dramaturgos, que profundizaban en conceptos como el deber ciudadano, la libertad y el funcionamiento del espectáculo, organizado por y para la comunidad.
Sin embargo, el teatro en Atenas no siempre cumplía con estas exigencias elevadas. Con el tiempo, la inspiración religiosa original se perdió y el teatro se convirtió en una simple diversión para la gente común.
Al menos así