Hace mil años, el Hombre de Bilbao era un cazador-recolector.

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El Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH) ha anunciado un descubrimiento arqueológico de gran importancia en el desierto de Coahuila. Se trata del esqueleto de un individuo que ha sido bautizado como El Hombre de Bilbao por haberse encontrado en unas dunas que llevan el mismo nombre en el municipio de Viesca, en el estado mexicano de Coahuila. 

Este descubrimiento, que se ha datado entre los años 1250-950 d.C., se llevó a cabo en un antiguo taller donde los cazadores-recolectores fabricaban herramientas de piedra, muy similares a las encontradas en la Cueva de la Candelaria y en la región Lagunera.

Los arqueólogos esperan que este hallazgo ofrezca nuevos datos acerca de la vida de las conocidas como Culturas del desierto que poblaron la región en el pasado.

 

Los restos óseos fueron recuperados por la Fiscalía de Personas Desaparecidas de Coahuila después de que un grupo de turistas alertara de la presencia de posibles restos humanos en las dunas de Bilbao, que salieron a la luz debido al intenso tráfico de vehículos todoterreno que circulan por aquella zona desértica. 

¿una Muerte repentina?

Desde un principio, el antropólogo físico Erik Morgan Medina y el arqueólogo Miguel Vargas sospecharon que aquellos restos óseos pertenecían a un individuo de época prehispánica, de entre 20 y 30 años, que habría llevado una vida nómada y físicamente muy exigente. 

Los restos del Hombre de Bilbao fueron encontrados fragmentados bajo las dunas del desierto.Los restos del Hombre de Bilbao fueron encontrados fragmentados bajo las dunas del desierto.

Los restos del Hombre de Bilbao fueron encontrados fragmentados bajo las dunas del desierto.

Los restos del Hombre de Bilbao fueron encontrados fragmentados bajo las dunas del desierto.

INAH

Tras notificar el descubrimiento al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), se inició una exhaustiva investigación. Mientras tanto, el investigador del INAH de Coahuila, Yuri de la Rosa Gutiérrez, emprendió un exhaustivo reconocimiento de la zona, descubriendo un área de aproximadamente diez metros de diámetro llena de restos arqueológicos.

El sitio del hallazgo es un antiguo campamento o taller de producción de herramientas líticas, y entre los los restos recuperados se encontraron huesos de animales y diversas herramientas de piedra en diferentes etapas de fabricación, incluyendo preformas (herramientas inacabadas) y lascas producidas tras el corte de la piedra (caliza o sílex).

Un arqueólogo del INAH examina los restos óseos descubiertos.Un arqueólogo del INAH examina los restos óseos descubiertos.

Un arqueólogo del INAH examina los restos óseos descubiertos.

Un arqueólogo del INAH examina los restos óseos descubiertos.

INAH

El arqueólogo Yuri de la Rosa Gutiérrez subraya que la ausencia de evidencias de preparación del cuerpo hacen pensar que el individuo pudo haber muerto de manera repentina mientras cazaba o pescaba en su campamento.

Según los investigadores, los principales lugares de enterramiento de estas culturas eran abrigos rocosos o cuevas, lo que convierte esta tumba en algo muy poco corriente.

Junto al esqueleto se descubrieron también un collar de conchas marinas, una hoja de pedernal blanco, parte de un cuchillo típico de los cazadores-recolectores de la región, una punta de proyectil y huesos de animales.


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