¿Alguna vez has escuchado la frase «El profesor me tiene manía» proveniente de un compañero de clase, un hijo o incluso de ti mismo? Puede que hayas sentido que un profesor no fue totalmente justo contigo, especialmente cuando no entendías por qué recibías calificaciones diferentes a pesar de un esfuerzo similar. A veces, esta queja puede ser solo una excusa para justificar una mala calificación, pero ¿y si en realidad fuera cierto?
Un informe publicado por la Comisión Europea y realizado por investigadores y profesores españoles revela evidencias sobre si existe un sesgo a la hora de evaluar a los alumnos. Este estudio experimental, el primero de su tipo en España, analiza las respuestas de estudiantes de magisterio, futuros profesores en colegios españoles.
Según el informe, los profesores pueden tener sesgos al calificar a los alumnos, lo que puede tener impactos significativos en el desempeño académico y las decisiones educativas de las familias. Este sesgo también puede influir en la relación entre el profesor y la familia del alumno.
Los investigadores realizaron un experimento con estudiantes de educación primaria para analizar estos sesgos. Descubrieron que incluso antes de ingresar al sistema educativo, los futuros profesores ya tienen prejuicios que pueden afectar a su forma de evaluar a los alumnos.
Además, se encontró que factores como el comportamiento en clase, el capital cultural del alumno y los prejuicios de género pueden influir en las calificaciones. Por ejemplo, se observó que las chicas tienden a recibir calificaciones más altas en habilidades lingüísticas, mientras que los chicos son mejor evaluados en habilidades científicas.
Para abordar estos sesgos, los investigadores sugieren hacer conscientes a los evaluadores de sus prejuicios y fomentar una evaluación más objetiva. El debate sobre cómo evaluar a los alumnos de manera justa sigue abierto, con propuestas como pruebas ciegas o considerar las circunstancias personales de cada estudiante.