sociales luchan por los derechos humanos.

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Los activistas actuales llevan a cabo campañas que solo ellos comprenden. Un ejemplo de esto es un grupo llamado «respuesta alimentaria» que, mientras defiende una alimentación saludable y sostenible, arroja una olla de sopa sobre el cuadro más reconocido internacionalmente, La Gioconda. Afortunadamente, gracias a las medidas de seguridad del Museo del Louvre, la pintura de Leonardo da Vinci no sufrió daños, ya que está protegida por un cristal blindado en previsión de este tipo de protestas. Sin embargo, otros activistas en España impiden las batidas para controlar las manadas de lobos que están causando estragos en los rebaños de ganado. Estos ecologistas, apoyados por la ultraizquierda gobernante, están dañando una actividad vital para muchos jóvenes que siguen pastoreando tradicionalmente sus rebaños. A pesar de esto, tienen que protegerse de los lobos que atacan las cabañas en un verdadero exterminio.

Los guardas forestales son insuficientes y, en ocasiones, sus vidas corren peligro debido a la agresividad de los lobos, que van dejando animales destripados por los campos. Este no solo es un daño para los animales, sino también para el hombre. Solo en una zona de Asturias, en 2022, murieron 3200 animales a manos de los lobos. Los ecologistas siguen empeñados en dejar las cosas como están, pero esta no es una solución viable. Algunos ganaderos recurren al rifle para acabar con el enemigo, pero esto tampoco es una solución. El activismo a menudo mancha todo lo que toca, como evidencia el cristal que protege a La Gioconda.

Fuente (para controlar el refrito): https://www.larazon.es/sociedad/activistas_2024013065b882f9327cdd0001952d6c.html

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