En los años 80, un grupo de cinco amigos se reúne en el centro de una ciudad española. Uno de ellos, con aspecto de Indiana Jones y olor a marihuana, llega con un Camel a medio fumar y un macuto al hombro. En la mesa, se encuentran una cajetilla de Lucky Strike y un «yuppie» autoproclamado intelectual. A su lado, el mayor del grupo fuma Fortuna, un clásico español. El quinto amigo, el menos llamativo, se enciende un Ducados después de salir del trabajo. Estos hombres fueron creados por agencias de publicidad para representar marcas de tabaco específicas.
La escena, aunque ficticia, refleja cómo las marcas de tabaco han sido asociadas a identidades construidas por la publicidad. Sin embargo, los logos comerciales de las cajetillas de tabaco están siendo eliminados en muchos países europeos, siguiendo el ejemplo de Australia. Esta medida busca reducir el consumo de tabaco al eliminar la asociación de las marcas con estilos de vida específicos.
El tabaco ha sido un producto que ha inspirado a creativos y diseñadores a lo largo de la historia. Marcas como Lucky Strike revolucionaron el mercado con campañas publicitarias innovadoras. Marlboro, por su parte, introdujo el primer paquete rígido y se convirtió en un ícono de la publicidad. La cajetilla de tabaco se ha convertido en un accesorio de moda que identifica a quien la porta.
A pesar de los esfuerzos por eliminar la publicidad de tabaco, algunos diseñadores y expertos consideran que esta medida es un acto paternalista y hipócrita. La estética de las cajetillas de tabaco ha sido un lienzo para la creatividad y la innovación en el diseño gráfico. La homogeneización gráfica actual representa un desafío para la industria publicitaria, que ve cómo las marcas blancas ganan terreno.
En resumen, las cajetillas neutras de tabaco marcan el fin de una era en la que la publicidad de tabaco era prominente. A pesar de ello, la advertencia sigue siendo clara: fumar mata.