¿Cuál era la vida cotidiana en los monasterios de la Edad Media?

Distrito
6 Min Read

La fama de los monasterios medievales llegó al mundo en 1980 con la publicación de El nombre de la rosa, la exitosa novela de Umberto Eco (1932-2016). En este libro se narraba la vida diaria en una abadía benedictina del siglo XIV, azotada por misteriosos asesinatos.

A pesar de los eventos que interrumpen la rutina en El nombre de la rosa, la realidad es que la vida en los monasterios medievales seguía una estructura estricta y organizada. Desde la primera misa de la madrugada hasta el último servicio religioso al final del día, cada momento estaba meticulosamente planificado.

En este artículo revisamos cómo era la vida en los monasterios medievales, adentrándonos también en la historia del monacato y sus manifestaciones más destacadas.

La vida en un monasterio medieval: desde maitines hasta completas

En la Edad Media, antes del surgimiento de las ciudades y los relojes mecánicos en el siglo XIII, las horas se regían por la liturgia de los monasterios. Las horas canónicas marcaban el día tanto para los monjes como para los habitantes de las aldeas alrededor de los monasterios.

Desde el siglo IX, la regla benedictina se convirtió en la norma principal de los monasterios en la Europa medieval, establecida por San Benito de Nursia en el siglo IV. Esta regla dictaba una serie de momentos diarios centrados en el lema de la orden: ora et labora (reza y trabaja).

Antes de profundizar en la vida cotidiana en un monasterio medieval, es importante repasar brevemente los orígenes del monacato occidental. Este movimiento monacal en Occidente tuvo sus raíces en el oriente del Imperio romano, donde en el siglo III d.C. surgieron ascetas y ermitaños en Egipto y Siria, dedicados a la meditación, oración y ayuno en lugares apartados.

El ascetismo se extendió por toda Europa, atrayendo a hombres y mujeres que buscaban una vida espiritual más cercana a Cristo. Estos ermitaños comenzaron a reunirse en grupos para la oración antes de establecerse en cenobios, comunidades monásticas a menudo precarias y mixtas en sus primeras etapas.

Más adelante, en el siglo XI, con la fundación del monasterio de Cluny en Borgoña, la red monástica se expandió por toda Europa.

La rutina diaria de los monjes: ora et labora

Desde el siglo VIII, la regla benedictina se había consolidado en Europa, con el Concilio Germánico de 742 y el concilio abacial de Aquisgrán de 817 ratificando esta norma como la única válida para el monacato occidental. Esta regla enfatizaba la obediencia, humildad y el rechazo al ocio, promoviendo el lema benedictino de ora et labora.

La jornada monacal se dividía entre el trabajo y la oración. La primera liturgia, los maitines, se celebraba antes del amanecer, seguida de los laudes al amanecer. Después venía un período de trabajo, interrumpido por la misa matutina, reuniones y la liturgia de mediodía antes de la comida.

Los monjes volvían al trabajo después de la comida, seguido por la segunda liturgia por la tarde y más jornadas laborales hasta el anochecer. La hora de acostarse variaba entre las 6 y las 8 de la tarde, dependiendo de la estación.

Actividades de los monjes medievales

Los monjes realizaban una variedad de tareas, desde trabajos manuales como limpieza y cuidado de animales hasta labores intelectuales como copiar e iluminar manuscritos, una tarea respetada y extendida en la comunidad monástica.

Los copistas medievales fueron fundamentales para la preservación y difusión de obras antiguas en toda Europa. Además, en los monasterios se establecieron escuelas para la educación de futuros monjes y aristocracia, quienes podían acceder a una buena alimentación y aislamiento de enfermedades.

Los monjes no vivían completamente aislados; tenían permiso para viajar entre monasterios y realizar misiones diplomáticas o adquirir materiales especiales para la copia de manuscritos. Lo mismo ocurría en los monasterios femeninos, donde las monjas también participaban en actividades fuera de los muros.

Abades, priores y oblatos

El abad o abadesa, elegidos por la comunidad, ejercían el liderazgo en el monasterio. Los priores colaboraban con el abad y en los monasterios dependientes, tenían el cargo de priorato. Estas figuras tenían autoridad sobre la comunidad y gestionaban las tierras para su sostenimiento.

Laicos y novicios

Además de monjes y monjas, los monasterios alojaban laicos que realizaban tareas cotidianas. En la hospedería también se recibían laicos y en los monasterios femeninos, damas de alta alcurnia habitaban dentro de los muros.

Los novicios, jóvenes mayores de quince años, y los oblatos, niños menores de diez, también formaban parte de la comunidad monástica y solían profesar votos una vez alcanzada la edad adulta.

Fuente (para controlar el refrito): https://psicologiaymente.com/cultura/como-se-vivia-monasterios-medievales

TAGGED: ,
Share This Article