A la «indignadísima» presidenta del Congreso de los Diputados, le ha durado poco el engolamiento y su actuación fingida, ya que rápidamente han salido a la luz documentos, hechos y actitudes que la señalan como claramente indigna para ocupar ese puesto de máximo rango en nuestro Estado, y también para mantener su escaño como diputada. Si se aplicara la «doctrina Ábalos», el señor Sánchez ya debería haber tomado medidas. Sin embargo, ya no puede seguir con la excusa, ni la operación de bloqueo con un saco de tierra ha sido suficiente para contener la avalancha de porquería que está saliendo a la luz, con más escándalos que salen a la superficie constantemente. Incluso en su propio hogar. En la cola también están el canario Torres, ahora ministro, el líder del PSC Salvador Illa, exministro de Sanidad, y el actual ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, junto con una serie de altos cargos dependientes del departamento donde anidaban las ratas.
Volviendo a la protagonista del momento, los hechos ya documentados sobre las trampas y mentiras de la señora Armengol para tapar el fraude con las mascarillas durante su presidencia en Baleares, la hacen indigna y es insostenible que continúe en esos roles a los que fue asignada por obra de don Pedro después de perder estrepitosamente las elecciones regionales. Su gestión ha sido plagada de desaciertos e irregularidades, incluido el escándalo de las menores tuteladas que fueron prostituidas.
Su comportamiento durante la pandemia tampoco fue ejemplar, como lo demostró al ser sorprendida por la policía local de Palma de Mallorca a altas horas de la madrugada incumpliendo las restricciones horarias impuestas al resto de los ciudadanos.
Los nuevos documentos revelan acciones más graves, como la compra sin comprobación, el almacenamiento oculto durante años de material inutilizable adquirido a recomendación partidista, y la falta de reclamación por el perjuicio a las arcas públicas hasta que su sucesora tomó posesión. Cada día surgen más pruebas que apuntan a su responsabilidad legal. A pesar de los intentos de la prensa afín de desacreditar a quienes la critican, su situación se vuelve cada vez más insostenible. Es urgente que Francina Armengol renuncie para preservar la decencia y el prestigio de la institución.
No hay excusas que valgan, señorías. Es su deber ante el pueblo soberano. Si no actúan, quedarán marcados para siempre y éticamente inhabilitados.
Fuente (para controlar el refrito): https://www.eldebate.com/espana/20240302/indignadisima-indigna_178689.html