La denominación «Turbo» es una leyenda dentro de Porsche. Y poder contemplar el primer modelo de la marca alemana que lució este nombre en su capó trasero, que por supuesto es un 911, es una oportunidad única. Se va a mostrar al mundo en el ‘Concurso de Elegancia’ que se va a celebrar en el Palacio de Hampton Court (Reino Unido) del 30 de agosto al 1 de septiembre, donde va a coincidir con otros coches únicos.
La historia del primer 911 Turbo resulta de lo más curiosa. Todo empezó cuando, a principios de los años 70, Porsche se planteó la posibilidad de hacer un súper 911 que combinara el confort de un gran turismo con unas prestaciones que todo el mundo pudiera considerar como supremas.
Insignia de Turbo pintada a mano
No tenían excesiva prisa para desarrollar el motor, la parte más complicada. Pero sí el concepto, así que cogieron un 911 S (con número de chasis 9113300157), lo ensancharon de forma evidente, lo dotaron de unas llantas Fuchs de mayor tamaño y le pusieron un extravagante alerón (que después sería conocido como de «cola de ballena») bajo el cual aparecía la palabra ‘turbo’ pintada a mano.
Todos aquellos cambios, supervisados por Helmuth Bott, ingeniero jefe de Porsche, se exhibieron en el Salón del Automóvil de Frankfurt de 1973. Los periodistas pudieron acercarse al coche, contemplarlo de cerca, ver su mayor músculo y presencia… Pero lo que quizá muchos no advirtieron es que el motor era en realidad el atmosférico de serie; todos los componentes adicionales que requería el motor Turbo habían sido fabricados en madera y pintados para que parecieran reales.
Anticipaba al 930 de 1975
En cualquier caso, Porsche lo que pretendía no era engañar, sino explorar el concepto y ver la respuesta que obtenía por parte de la prensa especializada y los aficionados. Y la respuesta fue tan positiva que dos años más tarde, en 1975, aparecería el primer 911 Turbo ‘real’ (conocido como 930), que con 260 CV y 250 km/h se convertiría en el modelo de cuatro plazas más rápido vendido en Europa.
Tras mostrarse en Frankfurt, el primer 911 Turbo fue a los salones de París, Tokio y Melbourne, para regresar después a Stuttgart. Pero en 1975 un hombre se fijó en que el prototipo languidecía en un rincón de la fábrica. Era Alan Hamilton, un piloto de carreras que actuaba también como importador de Porsche para Australia. El prototipo había modificado su aspecto respecto a cómo había sido exhibido y ahora montaba un buen número de piezas de preproducción del RSR (incluido el motor) porque había servido de banco de pruebas para el desarrollo de esta versión. Y como el RSR era el coche que Hamilton necesitaba y lo quería tener cuanto antes, lo compró y se lo llevó a Australia.
Uno de los 70 coches más ‘raros’
El australiano lo empleó en numerosas carreras y el coche fue con los años cambiando de propietario, hasta que en 2010 se exportó a Estados Unidos y a su nuevo dueño se le ocurrió exhibirlo en el Concurso de Elegancia de Greenwich; los ojos de los expertos empezaron a darse cuenta de que se trataba de una unidad muy especial. De hecho, se considera que es uno de los 70 coches más raros (por su exclusividad y su valor histórico) del mundo.
En 2016 el coche regresó a Europa y su nuevo propietario quiso rescatar el valor auténtico que tenía el coche como primer prototipo del 911 Turbo. Por ello, mandó que lo restauraran y lo dejaran exactamente igual a como fue exhibido en el Salón de Frankfurt de 1973. Solo se permitió una licencia, y es que en lugar de un motor atmosférico con componentes del Turbo hechos en madera pidió que le instalaran un motor de Porsche 911 Turbo auténtico.
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