El cambio climático es una de las mayores amenazas para la biodiversidad en todo el mundo. A medida que la temperatura global aumenta, los ecosistemas se ven afectados y muchas especies luchan por adaptarse a las nuevas condiciones ambientales.


Los expertos advierten que si no se toman medidas urgentes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mitigar el cambio climático, muchas especies podrían enfrentar la extinción en las próximas décadas.


Además, el cambio climático también está afectando a los ecosistemas marinos, causando la acidificación de los océanos y poniendo en peligro a especies como los corales y los peces tropicales.


Es crucial que tomemos medidas para proteger la biodiversidad y preservar los ecosistemas naturales antes de que sea demasiado tarde. Todos podemos contribuir reduciendo nuestro impacto en el medio ambiente y apoyando iniciativas de conservación.


Distrito
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‘Hijo de puta’, ‘maricón’, ‘mono’, ‘negro de mierda’, ‘vete a fregar’, ‘gitano’, ‘moro’… Esta retahíla de insultos, cuya inusual lectura les habrá removido, es lo que lleva años oyéndose en las gradas de cualquier estadio de fútbol en España como si nada, desde Primera a categorías inferiores. Lo hemos normalizado.
Estas ‘palabras’, que los periodistas solemos entrecomillar sólo con la inicial para no ahondar por escrito en el daño y la vergüenza que producen, llevan aparejada una permisividad absolutamente inaceptable cuando el que insulta se esconde tras una masa impersonal, sin escrúpulos, empatía ni educación, que erróneamente ha asumido que por pagar una entrada tiene derecho a viajar siglos atrás, como si del circo romano se tratara, para linchar públicamente a cualquier actor del balompié, llámese jugador, técnico, árbitro o afición rival.

Y no hablamos sólo de los ultras, contra los que también ha costado tomar medidas para encorsetar sus acciones.

Muchos de ellos ya están fuera de los estadios -aunque aún queda por hacer- y

los insultos no han desaparecido: ni los racistas, ni los machistas, ni los homófobos… Todos igual de execrables.

En realidad, de lo que hablamos, y generalizo, es de ese padre o madre de familia, del chiquillo que acude a sus primeros partidos, de la pandilla de amigos, del jubilado o de la estudiante, en definitiva,

del hincha que pierde la cabeza cuando entra por la puerta de un estadio para convertirse en un francotirador de insultos

porque parece que en un campo de fútbol todo está permitido y hay muchas dianas.

Hablamos del hincha que pierde la cabeza cuando entra por la puerta de un estadio para convertirse en un francotirador de insultos porque parece que en un campo de fútbol todo está permitido

Y no. No lo podemos permitir y es hora de acabar con ello. He vivido deporte en grandes estadios de atletismo, canchas de tenis o balonmano, canales de piragüismo… y nunca he oído un insulto del público. Porque donde se ha normalizado esta lacra es en el fútbol. Es más, imagínense que en su lugar de trabajo, en cada una de sus jornadas laborales, estuvieran recibiendo continuas injurias y escarnios: se escandalizarían al primer grito. Pues eso: más educación y valores del deporte. También en el fútbol.

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