El bisfenol A es un compuesto químico utilizado en la fabricación de plásticos y resinas, comúnmente presente en envases alimentarios, como botellas de plástico y revestimientos de latas. Su uso ha generado preocupación debido a los posibles riesgos para la salud. Varios estudios han indicado que el bisfenol A puede migrar desde los envases hacia los alimentos y bebidas, sobre todo cuando se calientan. La exposición a este químico se ha relacionado con diversos problemas de salud, como alteraciones hormonales, trastornos del desarrollo en niños, enfermedades cardiovasculares y un mayor riesgo de cáncer.
Esta semana, los países de la Unión Europea han apoyado la propuesta de la Comisión Europea para prohibir el uso de bisfenol A en los envases de alimentos debido a su riesgo para la salud, por lo que después de una eliminación gradual, esta sustancia ya no podrá ser utilizada en la fabricación de envases en la UE. En España, el uso de bisfenol A en la producción de envases está prohibido desde enero de 2023, fecha en la que entró en vigor la legislación de envases.
La decisión se tomó «teniendo en cuenta las últimas evidencias científicas y con el objetivo de proteger la salud de los ciudadanos y garantizar los más altos estándares de seguridad alimentaria», según comunicó la Comisión Europea. Se basa en la evaluación científica realizada por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), que determinó que este compuesto tenía «posibles efectos perjudiciales para el sistema inmunológico».
La prohibición se centrará principalmente en la utilización de bisfenol A en los envases, como el revestimiento de las latas de metal, así como en su presencia en objetos de uso común como botellas de plástico reutilizables, dispensadores de agua y otros utensilios de cocina.
Esta medida, propuesta después de una consulta pública y extensas discusiones con los Estados miembro, será formalmente adoptada después de un período de revisión por el Parlamento Europeo y el Consejo, y entrará en vigor a finales de 2024. Se contemplarán excepciones limitadas en casos donde no existan alternativas seguras y se establecerán períodos de transición cuando no representen un riesgo para los consumidores. Esto permitirá a la industria adaptarse y evitar posibles interrupciones en la cadena alimentaria, según señaló la Comisión Europea.