– El capitán Garfio.
Rocío conversa con el periodista, quien se sienta casualmente en la misma fila que ella, separados por una butaca. Con entusiasmo, se prepara para disfrutar del espectáculo de Peter Pan en el teatro Alcázar de Madrid, que pronto cumplirá cien años desde su inauguración.
Acompañando a Rocío se encuentran Sergio, Cristina, Nacho, Gonzalo, Isabel… Un grupo de alrededor de veinte jóvenes con discapacidad intelectual de la Fundación Oxiria, presidida por Ana Arroyo desde hace nueve años.
Antes de ingresar al icónico teatro en la calle Alcalá, algunos de ellos esperaron afuera junto a familiares, amigos, conocidos y su tutora, Noemí. Ana los reunió en semicírculo al llegar. Uno a uno, los alumnos se presentaron a los voluntarios de la empresa Europamundo, cuya donación económica permitió cubrir el costo de las entradas, casi 50 euros cada una.
El poder soñar con ser un hada en el país de Nunca Jamás, era parte de una actividad recreativa en el programa que esta fundación ofrece a medio centenar de jóvenes. En realidad, es un apoyo a las familias para brindarles a sus hijos oportunidades de formación una vez finalizados sus estudios reglados, que van hasta los 20 años en colegios de educación especial. Siempre en un entorno inclusivo, destaca Ana, con el objetivo de ayudarlos a lograr una integración social y laboral.
Por ejemplo, la fan de Campanilla trabaja haciendo camas en una residencia de ancianos; Cristina labora en una lavandería de otro centro; Sergio en una clínica dental; Isabel en una floristería; Gonzalo inició sus prácticas como bedel en un centro universitario y Nacho en otra floristería.
«Hace muchos años, mi padre puso Oxiria a sus tiendas de flores. Murió a los 55 años de un ictus y mi madre registró el nombre»
Las flores tienen un gran significado para esta fundación, que lleva el nombre de una planta que crece en las montañas. «Hace años, mi padre llamó Oxiria a sus tiendas de flores. Cuando falleció a los 55 años de un ictus, mi madre registró el nombre», cuenta Ana, quien obtuvo el permiso de su madre para nombrar así a la fundación en 2015.
La fundación nació del deseo de Ana y Juan Carlos, los padres de su hija mayor, Cristina, quien nació con discapacidad intelectual. Al finalizar sus estudios, se encontraban en una situación de incertidumbre, sin poder acceder a la educación superior o realizar grandes proyectos, explica la madre y presidenta de Oxiria.
Por ello, Ana decidió crear un curso de formación profesional con el objetivo principal de que sus «niños», como los llama aunque algunos sean adultos, pudieran encontrar un camino laboral. Así, Cristina, Rocío, Nacho, Gonzalo… pueden volar solos como Peter Pan, no quedarse eternamente como niños, como menciona Wendy Darling en el musical.
Fue entonces cuando Ana se acercó a la Fundación Universitaria San Pablo CEU para diseñar un título propio de auxiliar en actividades comerciales, de servicios y, por supuesto, de arte floral. Durante dos años, los alumnos trabajan en el desarrollo de competencias profesionales, personales y sociales. Deben ser mayores de edad, tener habilidades de lectoescritura y no presentar problemas de conducta, ya que la fundación no cuenta con un gabinete clínico, solo con educadores.
Además, el programa, en colaboración con varias entidades, incluye la oportunidad para los alumnos de practicar baloncesto con la Fundación Real Madrid.
Es probable que disfruten tanto jugando al baloncesto como lo están haciendo en la función de las cinco de la tarde. Por ejemplo, Rocío sonríe al escuchar a Peter Pan decir que «las chicas son demasiado listas para caer de un cochecito». La misma entusiasta de Campanilla que anima a sus compañeros a una ronda de galletas en el descanso de diez minutos, aunque no esté permitido comer o beber en la sala. «Yo traigo mi botella de agua aunque me regañen», comenta Julen, luego de que Jaime y Rocío expresaran que el espectáculo «es genial».
El niño que cree en las hadas canta que «nunca llegue el momento de crecer», pero Wendy lo ayuda a comprender que la mayor aventura es el crecimiento. «Peter, ¿estás seguro de que no quieres crecer?», le pregunta al final del musical, realizado solo con once actores. Puedo imaginar la respuesta de Sergio, Cristina, Nacho, Gonzalo, Isabel o Rocío, quien al concluir la función insiste en ser Campanilla, el hada traviesa: «Queremos volar solos como Peter Pan».
Fuente (para controlar el refrito): https://www.abc.es/espana/madrid/rocio-sergio-cristina-nacho-quieren-volar-solos-20240525000249-nt.html